Las palabras pueden herir o sanar. La escuela es un
reflejo de la vida social. Los alumnos no son extraterrestres, traen a la
escuela lo que ven, viven y aprenden en sus relaciones familiares, en la
televisión o en la calle.
La intervención
contra la violencia debe empezar pues desde la familia y la escuela.
Contar determinadas historias me permite abrir un diálogo enriquecedor con alumnos y docentes, como un aporte en la lucha contra la violencia en las aulas.
La narración de
“Juul” es una gran motivadora de la necesaria reflexión para erradicar
prejuicios, cambiar actitudes, y modificar conductas.
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